Reimaginar Cómo Vivimos

Cuando te cuestionas la forma en la que aprendemos, acabas cuestionando la forma en que vivimos. 

Acabamos de regresar del encuentro latinoamericano de la red de Ecoversidades, una alianza de organizaciones reimaginando la educación superior y las formas de convivir con la naturaleza y las culturas. Ya llevamos varios años conectados con el movimiento, desde que conocimos a uno de sus fundadores en la India. 

Este encuentro nos ha ayudado a profundizar en qué significa eso de reimaginar cómo vivimos. Te compartimos 5 aprendizajes trascendentes:

  • El poder de las relaciones
  • Más allá de la razón
  • Conectar con lo sagrado
  • Raíces que sostienen el territorio
  • Del progreso al buen vivir

El poder de las relaciones

“En realidad no vemos las estrellas. Vemos cómo eran. Están tan distantes que la luz que nos llega debe de recorrer, en ocasiones, millones de años para llegar a nosotros. 

Quizás el impacto que tenemos en el mundo a través de las relaciones es así. Quizás ya hemos cambiado el mundo. Sólo que aún no lo vemos.”

Yeyo Beltrán, Herramientas para el Buen Vivir

Cuando hablamos de transformar la educación, la sociedad, el mundo… solemos pensar en soluciones tecnológicas, en proyectos y métricas. Pero quizás lo más poderoso para cambiar el mundo son las relaciones. 

Poner nuestra energía en formar y fortalecer relaciones transforma el mundo en torno a nosotros: del miedo a la confianza, de la competición a la vulnerabilidad, de la envidia a la gratitud, de la prisa a la paciencia.

El “sistema operativo” bajo el que operamos se rige por los principios opuestos y es increíblemente eficiente expandiéndose. Puede que incluso haya sido seleccionado evolutivamente: si pierdes una oportunidad positiva puede que no comas hoy; pero si no adviertes un peligro puedes ser comido. Esto puedes verlo representado en cada noticiario. Nos lleva a vivir en una mentalidad de miedo y escasez constante

Por eso, en Ecoversities no se centran en “luchar contra el sistema”. Sino en cultivar relaciones entre aquellos que ya están dando pasos en otra dirección. Para ello, aprender a convivir es esencial. 

“Aprender para convivir, convivir para aprender”

Federico Mayor Zaragoza, UNESCO

En el encuentro, cada día cocreamos el programa, dialogando los retos con los que nos encontramos. Esto fue particularmente interesante gracias a integrar a representantes de diversas culturas de Latinoamérica y ser acogidos por la comunidad de mujeres nahuas y teenek Tlalij Yolojtli Uan Nemililistlij en la bioregión de la Huasteca Potosina, México. 

Ya puedes inscribirte a nuestra próxima formación gratuita centrada en la creación de comunidades de aprendizaje.

Más allá de la razón

Al equiparar el aprendizaje con la racionalidad, acabamos convertidos en máquinas que transportan un cerebro de tarea en tarea o de reunión en reunión. 

El aprendizaje experiencial implica involucrar todos nuestros sentidos, nuestras emociones, nuestras historias y corazones. Para ello nos perdemos en las calles, nos entremezclamos con la naturaleza, soltamos el cuerpo y bailamos, nos retamos a improvisar y nos abrazamos. 

“Hay vida más allá de la razón”

Iván Lucas, Sensistan

A veces desconectar la racionalidad para permitir que otras partes de nosotros emerjan es muy difícil. Nos puede ayudar bloquear algunos sentidos, como el de la vista, vendándonos los ojos para experimentar un contacto o un mensaje de agradecimiento con menos juicios, con más vulnerabilidad. También recuerdo haber tenido revelaciones muy profundas cuando no entendía el idioma, en Nepal o la India. Cuando no podía juzgar las palabras sino tan solo vivir el momento. 

Conectar con lo sagrado

La espiritualidad es un tema tabú. Se considera una falla o cortocircuito en el raciocinio humano que nos lleva a buscar un sentido que va más allá de lo que podemos explicar. 

A escala global, se consideran más avanzados aquellos países que se han desapegado de esta antigualla. Solo queda un vestigio monopolizado por unas pocas instituciones que designan lo que es sagrado y quién merece ser escuchado. 

Pero lo sagrado no tiene por qué estar en grandes edificaciones medievales, ni en libros metafóricos o esculturas. Lo sagrado puede habitar en lo cotidiano. Nos invita a vivir cada momento en el presente, en plenitud y conectados con nuestros valores. 

Incluso trabajando en innovación social, es fácil caer en los procesos, los objetivos y las fechas límite. Se vuelve enteramente material y empezamos a preguntarnos por qué batallamos tanto. Reconectar con lo sagrado nos da el poder de pasar de la explotación a la adoración de cada momento. Nos ayuda a ver la belleza en el ahora.

Las mujeres de la comunidad Tlalij convirtieron en ritual la preparación de cada comida, como una ofrenda a sus invitados que tiene presente el ciclo de la vida del que formamos parte.

Raíces que sostienen el territorio

Una de las manifestaciones más claras de esta espiritualidad está en la conexión con el territorio. Es un nivel de conexión difícil de entender para los “ciudadanos del mundo desterrados” (como yo). No llegamos a desarrollar el nivel de conexión emocional y espiritual que hizo que las mujeres de Tlalij se plantaran frente a la maquinaria de las petroleras. 

A lo largo de mi vida, cada paso que he dado alejándome de mi familia y mi territorio se ha considerado un éxito. Para ir al instituto debía ir a otro pueblo, ya que en el mío no había. Para ir a la universidad a una ciudad. El máster ya lo realicé en otro país. Y escalando puestos en la corporación acabé pensando que sólo existían un puñado de ciudades en el mundo a las que aspirar (Londres, Boston, San Francisco…).

Lo más cercano a este nivel de arraigo que he conocido ha sido a través de mi abuelo. Cuando paseamos por el campo, solemos visitar los pocos huecos que no han sido tomados por la agricultura intensiva. Aquí y allá me señala plantas silvestres que plantó decenas de años atrás o árboles que podó cuando tenían alguna enfermedad. Siempre se queja que estos pocos resquicios salvajes cada vez son más pequeños.

Del progreso al buen vivir

Dentro del encuentro ofrecimos varios talleres a la comunidad local. Luz y yo diseñamos una dinámica para tratar el éxito y el emprendimiento. ¡Y los que más aprendimos fuimos nosotros!

Se nos unieron estudiantes universitarios, jóvenes desescolarizados ya trabajando y varias personas de Tlalij y Ecoversidades. En este grupo lanzamos la pregunta: “¿Qué significa el éxito para ti?” Y gracias a dinámicas horizontales pudimos escuchar todas las voces. 

“Para la mayoría de la gente en el mundo, ‘desarrollo’ significa iniciarse en un camino que otros conocen mejor, avanzar hacia una meta que otros han alcanzado, esforzarse hacia adelante en una calle de un solo sentido. ‘Desarrollo’ significa sacrificar entornos, solidaridades, interpretaciones y costumbres tradicionales en el altar de la siempre cambiante asesoría de los expertos.”

Gustavo Esteva, Universidad de la Tierra

“El principal defecto de la mayor parte de las seudo-definiciones de ‘desarrollo’ es que se basan en la manera en que una persona (o grupo de personas) describe las condiciones ideales de la existencia social.”

Gilbert Rist, Graduate Institute of International and Development Studies

Los estudiantes universitarios coincidían en la visión estandarizada del éxito. Querían tener buenos trabajos, crear empresas y “progresar”. Los jóvenes desescolarizados se acercaron intrigados por cómo podían ser exitosos ellos también, ya que habían sido tachados de “fracaso” desde pequeños por no seguir estudiando. 

Por otro lado, las personas de las comunidades locales compartieron sus valores de vivir en sincronía con la naturaleza, apoyándose unos a otros y cuidando a sus familias. Una visión que dejó perplejos a los jóvenes. 

“En quechua ese concepto del éxito no existe. Lo más cercano sería “el buen vivir”, que no depende de “progresar”, sino de alcanzar un equilibrio en la vida y con tu entorno. Vivir en la aspiración del progreso no es vivir, sino sobrevivir, porque nunca estás contento con tu vida.”

Elena Pardo Castillo, Watunakuy Ayllu

Más tarde, una de las coordinadoras de la red de mujeres Tlalij nos compartió cómo al acabar la universidad los jóvenes vuelven tristes y frustrados con sus familias. Me pregunto si esto tiene algo que ver con el concepto de éxito y progreso. El progreso o desarrollo parece imparable e infinito. No tiene un significado claro. Pero lo que sí deja claro es que el presente no es suficiente. Hay una carencia perpetua, un vacío que “por más que progreses” nunca se llena.

En nombre del progreso, todo se justifica. “No entendéis que esto es el progreso” – nos gritó en una ocasión un trabajador desde una excavadora, iniciando la destrucción de un refugio de nidos de tortugas marinas para hacer un hotel.

“Ha llegado el momento de reconocer que es el propio desarrollo el mito maligno que amenaza la supervivencia de las mayorías sociales y de la vida en el planeta.”

Gustavo Esteva

Quizás es hora de definir otro concepto de éxito. Uno que se aleje del mito del crecimiento infinito y la insatisfacción constante. Un concepto de éxito que se parezca más al “buen vivir” del que hablaba Elena, equilibrio en el presente.

Si algo hemos aprendido en nuestra investigación educativa alrededor del mundo es que no hay una única forma válida para todos/as de aprender y desarrollarnos. Si el ser humano se auto-construye aprendiendo, ¿no significa esto que tampoco hay una única forma de vivir? Y lo que es más, que merece la pena aprender y valorar la diversidad en todas sus expresiones.


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